viernes, 27 de noviembre de 2015

El Sabor del Deseo

Estaba servido frente de mí.
Como solo un chef orgulloso de su creación podría servirlo.
¡Todo un banquete!
Tan grande y generoso. Fresco y tentador.
Entendí: este es un manjar de Dioses, por eso te degustare con las manos.

Su olor era profundo y reconfortante como el césped recién cortado.
Embriagante como el cardamomo y alegre como la canela.
Su olor es caliente y gratificante cual piel bronceada.
Ese olor se va intensificando y se transforma en un picante suave que solo se siente en mi vientre.
Su picante logra que mi cuerpo vibre.

Al acercarlo a la boca pude apreciar su textura: tersa, suave, firme y viril.
Al sentirlo en los labios me hizo querer dejarlo allí, rosando el labio inferior de un lado al otro mientras que en mi boca semi-abierta, sentía que adentro de ella todo se humedecía.
Su firmeza es como la de un durazno maduro.
Al introducirlo en mi boca me di cuenta de su fortaleza, humedeció mi boca como si mordiera la más jugosa de las manzanas.

Las manzanas.

Con razón estaban prohibidas. 

Al morderlo hizo un ruido tan maravilloso que la piel de mi pecho se erizo.
Esa primera mordida paralizo el tiempo.
Agudizo mis sentidos.
Dilato mis pupilas.

El deseo hizo que con solo una probada mi boca se sintiera llena de tantos jugos que no me fue posible contenerlos, se desbordaron, por las comisuras de mis labios salia un líquido tan intoxicarte como el más artesanal de los licores.

EL DESEO ES CARNE.

Su sabor mineral
Al saborearlo mi cuerpo se estremeció, me di cuenta que esa carne había estado en el fuego, el sabor de las brasas recorre mis muslos.
Se cocino a fuego lento.
Al comer sentí que mis labios se hincharon y se hicieron más suaves.
No es dulce, es intenso.

El deseo es espeso como una suave masa bien homogénea.

Al tragarlo sentí como una bola de fuego dibujo todo el recorrido desde mi boca, pasando por la garganta, mi pecho y se desapareció en mi como si siempre hubiera estado allí.

Me dejo un sabor a todo, no es posible olvidarlo con nada.

Mi lengua saborea mis labios buscando cada detalle de esa experiencia y mi cuerpo se siente aun caliente al saber lo mucho que disfrute del deseo.
Ese exquisito sabor me dejo recuerdos tan sublimes que me hacen sonreír con la mirada perdida.

Mi deseo tiene la sonrisa de un niño que acepta un regalo.
Mi deseo tiene un hermoso cabello oscuro con risos grandes y alegres como los de las esculturas griegas.
Mi deseo tiene los ojos tan grandes y despiertos como las de un niño que descubre el mundo.

Ahora sueño con mi deseo cada noche.
Lo sé porque al despertar mi piel está más suave, mi boca sedienta y mis labios dibujan una sonrisa de satisfacción.
 Por eso lo digo y lo diré cada vez.
¡Eres delicioso!

3 comentarios:

  1. Hermoso esto que lei la tentacion de la tentacion me encanta espero saber mas de ti

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    1. Muchísimas gracias por leerme José. Tu pareces ser un LOCO. Es otro de mis poemas, te recomiendo leerlo. Tal vez encuentres algo de ti en el

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